I.
Abraham Valdelomar:
Pedro
Abraham Valdelomar Pinto, Nació en la ciudad de Ica el 27 de abril de 1888.
Hijo de Anfiloquio Valdelomar Fajardo y de María Carolina de la Asunción Pinto
Bardales.
1.
Biografía:
a)
Infancia:
Pasó
sus primeros días en una pequeña casa en la cuadra tres de la Calle Arequipa de
su ciudad natal, Ica. Hasta el año 2007 podía apreciarse una placa recordatoria
en dicha casa señalando el hecho, lamentablemente, el terremoto de aquel año
provocó el derrumbe completo de dicha primera casa de Valdelomar.
Las
experiencias de su infancia, vinculada al mar y al campo, influyeron
decisivamente en su obra.
b)
Niñez:
En
1892 se trasladó con su familia al puerto de Pisco (donde su padre encontró
trabajo como empleado de la aduana). Allí empezó sus estudios primarios, y en
1899 se trasladó a Chincha donde concluyó su educación primaria.
c)
Adolescencia:
En
1900 viajó a Lima donde estudió la secundaria en el Colegio Guadalupe; allí
fundó y dirigió un periódico escolar: La Idea Guadalupana (1903) al lado de su
compañero Manuel A. Bedoya.
En
1904 concluyó sus estudios secundarios y durante unos meses desempeñó el puesto
de archivero en la Inspección Municipal de Educación de Chincha.
En
1905 ingresó a la Facultad de Letras de la Universidad de San Marcos, pero dejó
las clases al año siguiente para emplearse como dibujante en las revistas
Aplausos y silbidos, Monos y Monadas, Actualidades, Cinema y Gil Blas, donde
también trabajó como director artístico.
2.
Inicios
en la Literatura:
En
1909 publicó sus primeros versos de estilo modernista en la revista
Contemporáneos; sus primeros cuentos aparecieron en 1910 en Variedades y
Balnearios.
En
1910 reanudó sus estudios en la Facultad de Letras de la Universidad Mayor de
San Marcos; ese mismo año se incorporó al ejército cuando hubo el peligro de
una conflagración con el Ecuador. A raíz de ello empezó a escribir crónicas
para El Diario de Lima y La Opinión Nacional de Lima entre abril y junio de
1910,que envió desde la Escuela Militar de Chorrillos bajo el título de Con
la argelina al viento, y que le valieron un premio por parte del
Municipio de Lima.
El
mismo año de 1910 aparecieron publicados los primeros cuentos de Valdelomar en
las revistas Variedades e Ilustración Peruana, iniciando también su
colaboración con el diario La Prensa de la capital peruana.
Su
fama literaria se consolidó al año siguiente con dos novelas cortas que salieron
a la luz: La ciudad muerta (1911) y La ciudad de los tísicos (1911)-donde hizo
manifiesta la influencia recibida por parte del escritor italiano Gabriele
D´Annunzio-.
Esta
obra temprana (poemas, crónicas periodísticas y cuentos) está marcada por la influencia
del modernismo y de don Manuel González Prada.
En
1912 participó fervorosamente en la campaña presidencial de Guillermo
Billinghurst. Tras la victoria electoral de éste, los estudiantes
billinghuristas lanzaron la candidatura de Valdelomar a la presidencia del
Centro Universitario de San Marcos. Pero la elección la ganó otro estudiante,
adversario de Billinghurst. En respuesta, Valdelomar fundó el Centro
Universitario Billinghurista.
El
gobierno de Billinghurst le otorgó la dirección del diario oficial El Peruano
(que ejerció del 1º de octubre de 1912 al 30 de mayo de 1913), y el 12 de mayo de 1913, un puesto diplomático,
como Secretario de Segunda Clase de la Legación peruana en Italia.
3.
Vida
en el extranjero:
Después
de pasar por Panamá, Cuba y Nueva York, llegó a Roma. Su estancia en esta
ciudad la aprovechó para escribir una serie de artículos que bajo el nombre de
"Crónicas de Roma" publicó en los diarios limeños La Nación y La
Opinión Nacional, pero definitivamente lo más importante de su estancia en
Italia fue su participación en el concurso literario organizado por La Nación
con el cuento "El Caballero Carmelo", que resultó ganador del primer
premio.
En
1914, tras el derrocamiento de Billinghurst por el coronel Oscar R. Benavides,
renunció a su empleo diplomático y retornó al Perú.
4.
Regreso
al Perú:
De
nuevo en la capital peruana, sufrió una fugaz detención acusado de conspirar
contra el nuevo gobierno (junio de 1914).
Valdelomar
comenzó a trabajar como secretario personal del polígrafo peruano José de la
Riva-Agüero. Bajo la influencia de Riva-Agüero escribió su primer libro
titulado La Mariscalabiografía novelada de Francisca Zubiaga y Bernales,
esposa del presidente Agustín Gamarra y figura destacada de la política del
Perú de inicios de la República.
Para
entonces Valdelomar ya era un colaborador frecuente de numerosas publicaciones
limeñas como los diarios El Comercio y La Crónica, y las revistas Balnearios,
Mundo Limeño y Variedades, en las que publicaba sus poemas, cuentos y
artículos.
Planeó
también editar un libro de Cuentos criollos bajo el título de La aldea
encantada, pero no llegó a concretarlo. Dos de dichos cuentos criollos aparecieron
publicados en La Opinión Nacional: El vuelo de los cóndores y Los ojos de Judas
(en julio y octubre de 1914, respectivamente).
En
1915 empezó a trabajar como secretario del Presidente del Consejo de Ministros
del gobierno de José Pardo y Barreda. Se dedicó de lleno al periodismo y la
literatura. Se erigió como un influyente líder de opinión y un portavoz de la
modernidad intelectual.
Sin
embargo, su labor como periodista estuvo ligada al diario La Prensa, donde tuvo
a cargo la sección "Palabras" desde julio de 1915 hasta su
alejamiento del diario en 1918. También publicó en La Prensa sus "Crónicas
frágiles", donde hizo conocido su seudónimo de El Conde de Lemos; y los
"Diálogos máximos", a manera de conversaciones entre dos personajes,
Manlio y Aristipo, a través de los cuales descubrimos las personalidades de
Valdelomar y del escritor José Carlos Mariátegui.
Valdelomar,
quien a su regreso de Europa se había convertido en el líder de un grupo de
jóvenes escritores, decidió fundar su propia revista literaria, donde pudiera
exponer los trabajos que estuvieran acordes con los gustos literarios de la
nueva generación que representaba. Así, el 15 de enero de 1916 apareció el
primer número de Colónida, revista dirigida por Valdelomar que a pesar de su
corta duración -sólo publicó cuatro números, el último de mayo de 1916- tuvo
una gran repercusión en el ambiente cultural peruano, al punto que comenzó a
hablarse de un "movimiento Colónida".
En
1917 ganó el concurso organizado por el Círculo de Periodistas del Perú con su
artículo "Ensayo sobre la sicología del gallinazo". También empezó a
publicar en la revista Mundo Limeño la serie de artículos Decoraciones de
ánfora. Obtuvo el premio del concurso de Círculo de Periodistas con su ensayo
La psicología de gallinazo.
En enero de 1918 renunció a su puesto de redactor en La Prensa y comenzó
una breve colaboración con la revista Sud América. Es entonces cuando el
escritor decide recorrer el territorio peruano como conferenciante, para lo
cual emprendió un viaje al norte del país visitando las ciudades de Trujillo,
Cajamarca, Chiclayo y Piura, así como diversos pueblos en los cuales dio
charlas sobre temas estéticos, patrióticos y sociales.
De regreso a su tierra natal fue aclamado unánimemente por la población
iqueña. Por ello, el 24 de septiembre de 1919, resultó electo diputado por Ica
ante el Congreso Regional del Centro. En una reunión de dicho Congreso
realizada en la ciudad de Ayacucho, en los altos de una casona, cuando Abraham
se disponía de noche a bajar por una empinada escalera de piedra, resbaló (o
perdió el equilibrio), cayendo desde una altura de seis metros hasta dar de
espalda sobre un montículo de piedras.
Como consecuencia de ello sufrió una fractura de la espina dorsal, cerca de
las vértebras lumbares, la cual, luego de dos días de penosa agonía, le
causaron la muerte el 3 de noviembre de 1919, a las dos y media de la tarde.
Apenas contaba con 31 años de edad.
Su ataúd conteniendo su cadáver fue trasladado desde Ayacucho hasta Huancayo
sobre los hombros de 16 cargadores indígenas ayacuchanos. De Huancayo los
restos del escritor fueron llevados en tren hasta Lima, donde fueron inhumados
en el Cementerio Presbítero Matías Maestro, no en un nicho, sino en la tierra
misma, tal como había sido su deseo.