lunes, 30 de diciembre de 2013

"El hermano ausente en la cena pascual"- Abraham Valdelomar.




La misma mesa antigua y holgada, de nogal,
Y sobre ella la misma blancura del mantel
Y los cuadros de caza de anónimo pincel
Y la oscura alacena, todo, todo está igual…

Hay un sitio vacío en la mesa hacia el cual
mi madre tiende a veces su mirada de miel
y se musita el nombre del ausente;
pero él hoy no vendrá a sentarse en la mesa pascual.

La misma criada pone, sin dejarse sentir,
la suculenta vianda y el plácido manjar;
pero no hay la alegría ni el afán de reir
que animaran antaño la cena familiar;

y mi madre que acaso algo quiere decir,
ve el lugar del ausente y se pone a llorar…



 Análisis:
EL HERMANO AUSENTE EN LA CENA PASCUAL, este poema me llamo la atención debido al título; conforme iba leyendo sus versos, me daba cuenta que Valdelomar refleja en ellos una tristeza única sentida en dolor y tragedia. Lo que yo tengo en cuenta antes de opinar o hablar sobre un poeta es ver diferentes puntos de vista de cada persona y por ultimo ir buscando la noción del poeta al expresarse; quiero decir que cada persona de acuerdo a su exterior y lo que le rodea tiene en cada poema un mundo y en cada mundo un poema.

Entre verso y verso se observa el dolor de una familia al perder a un ser querido y que en todo momento se le recuerda, pero es mas en la fiesta de pascua donde el dolor incita a recordar con melancolía lo que el viento se quería llevar de su recuerdo.

Autor: Murillo Ramos, Sheyla.
Ciclo: IV
Curso: Literatura Latinoamericana.

"Tristitia", Abraham Valdelomar Pinto.

Mi infancia, que fue dulce, serena, triste y sola,
se deslizó en la paz de una aldea lejana,
entre el manso rumor con que muere una ola
y el tañer doloroso de una vieja campana.

Dábame el mar la nota de su melancolía;
el cielo, la serena quietud de su belleza;
los besos de mi madre, una dulce alegría,
y la muerte del sol, una vaga tristeza.

En la mañana azul, al despertar, sentía
el canto de las olas como una melodía
y luego el soplo denso, perfumado, del mar,
y lo que él me dijera, aún en mi alma persiste;

mi padre era callado y mi madre era triste
y la alegría nadie me la supo enseñar.

Análisis:
En el poema de este autor trata de trasmitir a los lectores una sensación de soledad  y una vaga tristeza, más que  todo como él sintió, vivió su infancia haciendo el mismo referencia a su actitud frente a los hechos que se presentaban y acoplados también a la situación que vivía su entorno. A su vez admira la naturaleza y cada pequeña característica que la definía, pero la nota de una manera un tanto gris por el mismo prospecto que tenía al visualizarlas y luego convertirlas en sentimientos para plasmarlas en letras.  Al parecer su conexión familiar desde muy pequeño se vio un tanto truncada por el hecho de que no sentía el ese lazo que los uniera, sin embargo el define a su madre como triste pero su único consuelo ante la realidad y es ahí donde resalta sus sentimientos más profundo para la vida. Es en definitiva que pequeñas circunstancias afectan en demasía en su vida para que luego el las exprese en sus obras hoy reconocido como uno de los mejores redactores del Perú.

Autor: Biarrubia Suárez, Camille.
Ciclo: IV
Curso: Literatura Latinoamericana.

Pablo Neruda - "Caballo de los sueños".

Innecesario, viéndome en los espejos
con un gusto a semanas, a biógrafos, a papeles,
arranco de mi corazón al capitán del infierno,
establezco cláusulas indefinidamente tristes.

Vago de un punto a otro, absorbo ilusiones,
converso con los sastres en sus nidos:
ellos, a menudo, con voz fatal y fría
cantan y hacen huir los maleficios.

Hay un país extenso en el cielo
con las supersticiosas alfombras del arco iris
y con vegetaciones vesperales:
hacia allí me dirijo, no sin cierta fatiga,
pisando una tierra removida de sepulcros un tanto frescos,
yo sueño entre esas plantas de legumbre confusa.

Paso entre documentos disfrutados, entre orígenes,
vestido como un ser original y abatido:
amo la miel gastada del respeto,
el dulce catecismo entre cuyas hojas
duermen violetas envejecidas, desvanecidas,
y las escobas, conmovedoras de auxilios,
en su apariencia hay, sin duda, pesadumbre y certeza.
Yo destruyo la rosa que silba y la ansiedad raptora:
yo rompo extremos queridos: y aún más,
aguardo el tiempo uniforme, sin medidas:
un sabor que tengo en el alma me deprime.

Qué día ha sobrevenido! Qué espesa luz de leche,
compacta, digital, me favorece!
He oído relinchar su rojo caballo
desnudo, sin herraduras y radiante.
Atravieso con él sobre las iglesias,
galopo los cuarteles desiertos de soldados
y un ejército impuro me persigue.
Sus ojos de eucaliptos roban sombra,
su cuerpo de campana galopa y golpea.

Yo necesito un relámpago de fulgor persistente,
un deudo festival que asuma mis herencias.



Análisis: El poema que escogí es “Caballo de los sueños” de Pablo Neruda; antes de poder analizar el poema tenemos que analizar la forma del poeta, pues en este caso Neruda en sus poemas es el. La poesía de Neruda no es una biografía anecdótica, aunque parezca; es ante todo la historia de una conciencia humana; desde sus comienzos, ha sido siempre el reflejo artístico y paralelo de la vida del poeta.

“Caballo de los sueños”, es cierto que cada lector expresa de diferente manera un poema, pues cada uno tiene una historia para contar dentro de sus versos y que expresa las emociones que siente al leerlo. Neruda pudo expresar de una sola forma este poema, pero yo lo puedo expresar de otra; para mí da a entender los pasos del hombre por la vida, esa vida que poco a poco se ha ido deteriorando y que al pasar los años le ha sabido a sabor amargo.

En sus primeros versos no me expresan alegría, quizás un tanto de emoción pero no felicidad; la mirada triste de un anciano que espera su lecho de muerte. Conforme la historia sigue, narra el pasar al cielo y lo bonito que es. ¿Caballo? Pues sí, hay una relación entre versos y verso de la vida y las características de un caballo, mucha metáfora para un increíble poema, y mucha expresión para pasares de la vida.

Autor: Murillo Ramos, Sheyla.
Ciclo: IV
Curso: Literatura Latinoamericana






Llamas de Destrucción

Una época de felicidad y compartir, llego por fin diciembre en la cual las familias del caserío Fausta Lamista, ubicado en la provincia de Bellavista, departamento de San Martín, decoran sus viviendas con los adornos de colores: dorado, verde y rojo, con toques de brillo que llegan hacer las luces navideñas, esto es el espíritu navideño de estas familias.

Con alegría y entusiasmo los niños de esta localidad esperan que sea el 24 de diciembre a la 12 a.m. para poder ir a sus árboles y obtener los regalos que dio el niño Jesús a sus familias, en especial el niño Juan, que se había esforzado en portarse bien todo el año  y esmerado en sacar buenas notas en su escuela esperando ser recompensado este día maravilloso que es el 25 de Diciembre por el Nacimiento del Niño Dios,  pero nadie  esperaba de lo que ocurriría antes de esta fiesta; por la causa de un toma corriente y el material endeble que están hechos las casas  se provocó un corto circuito creándose un gran incendio.

Familias corren desesperados sacando primero a sus pequeños niños dándoles protección y alejándolos del fuego, pero mientras llegan a ser eso, las llamas van creciendo más y más, sofocándolos volviéndose un incendio de grandes proporciones que invadía muchas casas de estas familias, ellos piden ayuda llamando a los bomberos para apagar el incendio y salvar algo de sus casas, algunos enseres, ropitas de sus hijos, pero ya todo estaba destruido,  los bomberos llegan puntuales pero por la dificultad del lugar y la escases del agua los hombres de rojo tuvieron problemas para poder apagar el incendio.

Con la dificultad del agua y el material de construcción de las casas, los bomberos se esforzaban en apagar las lenguas de fuego que ya está avanzando casa por casa destruyendo todo a su paso, incluyendo los sueños de las familias que habitaban en estas estructuras de poca resistencia.

Con el apoyo de la población por la desesperación por proteger su casas, y el arduo esfuerzo de los bomberos llegaron a vencer el incendio, apagándolo completamente pero 13 viviendas no pudieron ser rescatados y quedaron calcinados por las llamas, esto destruyo los corazones de las familias que habitaban en estas viviendas y sobre todo el corazón de los niños que esperaban la navidad y los regalos que el niño Jesús les daría en estas fechas. El Pequeño Juan, cuya casa estaba destruida totalmente donde se apreciaba sus regalos quemados, quedó llorando desconsoladamente.

Autor: Gianfranco Morales Palacios.
Ciclo: IV
Curso: Literatura Latinoamericana.

domingo, 8 de diciembre de 2013

Reportaje a la Casa de la Literatura - Abraham Valdelomar

Reportaje de la Casa de la literatura.
































Abraham Valdelomar (fotografías)













Abraham Valdelomar (imágenes)




Abraham Valdelomar

      I.            Abraham Valdelomar:

Pedro Abraham Valdelomar Pinto, Nació en la ciudad de Ica el 27 de abril de 1888. Hijo de Anfiloquio Valdelomar Fajardo y de María Carolina de la Asunción Pinto Bardales.

1.    Biografía:

a)    Infancia:

Pasó sus primeros días en una pequeña casa en la cuadra tres de la Calle Arequipa de su ciudad natal, Ica. Hasta el año 2007 podía apreciarse una placa recordatoria en dicha casa señalando el hecho, lamentablemente, el terremoto de aquel año provocó el derrumbe completo de dicha primera casa de Valdelomar.

Las experiencias de su infancia, vinculada al mar y al campo, influyeron decisivamente en su obra.

b)   Niñez:

En 1892 se trasladó con su familia al puerto de Pisco (donde su padre encontró trabajo como empleado de la aduana). Allí empezó sus estudios primarios, y en 1899 se trasladó a Chincha donde concluyó su educación primaria.

c)    Adolescencia:

En 1900 viajó a Lima donde estudió la secundaria en el Colegio Guadalupe; allí fundó y dirigió un periódico escolar: La Idea Guadalupana (1903) al lado de su compañero Manuel A. Bedoya.
En 1904 concluyó sus estudios secundarios y durante unos meses desempeñó el puesto de archivero en la Inspección Municipal de Educación de Chincha.

En 1905 ingresó a la Facultad de Letras de la Universidad de San Marcos, pero dejó las clases al año siguiente para emplearse como dibujante en las revistas Aplausos y silbidos, Monos y Monadas, Actualidades, Cinema y Gil Blas, donde también trabajó como director artístico.

2.    Inicios en la Literatura:
En 1909 publicó sus primeros versos de estilo modernista en la revista Contemporáneos; sus primeros cuentos aparecieron en 1910 en Variedades y Balnearios.

En 1910 reanudó sus estudios en la Facultad de Letras de la Universidad Mayor de San Marcos; ese mismo año se incorporó al ejército cuando hubo el peligro de una conflagración con el Ecuador. A raíz de ello empezó a escribir crónicas para El Diario de Lima y La Opinión Nacional de Lima entre abril y junio de 1910,que envió desde la Escuela Militar de Chorrillos bajo el título de Con la argelina al viento, y que le valieron un premio por parte del Municipio de Lima.

El mismo año de 1910 aparecieron publicados los primeros cuentos de Valdelomar en las revistas Variedades e Ilustración Peruana, iniciando también su colaboración con el diario La Prensa de la capital peruana.

Su fama literaria se consolidó al año siguiente con dos novelas cortas que salieron a la luz: La ciudad muerta (1911) y La ciudad de los tísicos (1911)-donde hizo manifiesta la influencia recibida por parte del escritor italiano Gabriele D´Annunzio-.
Esta obra temprana (poemas, crónicas periodísticas y cuentos) está marcada por la influencia del modernismo y de don Manuel González Prada.

En 1912 participó fervorosamente en la campaña presidencial de Guillermo Billinghurst. Tras la victoria electoral de éste, los estudiantes billinghuristas lanzaron la candidatura de Valdelomar a la presidencia del Centro Universitario de San Marcos. Pero la elección la ganó otro estudiante, adversario de Billinghurst. En respuesta, Valdelomar fundó el Centro Universitario Billinghurista.

El gobierno de Billinghurst le otorgó la dirección del diario oficial El Peruano (que ejerció del 1º de octubre de 1912 al 30 de mayo de 1913), y el  12 de mayo de 1913, un puesto diplomático, como Secretario de Segunda Clase de la Legación peruana en Italia.

3.    Vida en el extranjero:

Después de pasar por Panamá, Cuba y Nueva York, llegó a Roma. Su estancia en esta ciudad la aprovechó para escribir una serie de artículos que bajo el nombre de "Crónicas de Roma" publicó en los diarios limeños La Nación y La Opinión Nacional, pero definitivamente lo más importante de su estancia en Italia fue su participación en el concurso literario organizado por La Nación con el cuento "El Caballero Carmelo", que resultó ganador del primer premio.

En 1914, tras el derrocamiento de Billinghurst por el coronel Oscar R. Benavides, renunció a su empleo diplomático y retornó al Perú.

4.    Regreso al Perú:

De nuevo en la capital peruana, sufrió una fugaz detención acusado de conspirar contra el nuevo gobierno (junio de 1914).

Valdelomar comenzó a trabajar como secretario personal del polígrafo peruano José de la Riva-Agüero. Bajo la influencia de Riva-Agüero escribió su primer libro titulado La Mariscalabiografía novelada de Francisca Zubiaga y Bernales, esposa del presidente Agustín Gamarra y figura destacada de la política del Perú de inicios de la República.
Para entonces Valdelomar ya era un colaborador frecuente de numerosas publicaciones limeñas como los diarios El Comercio y La Crónica, y las revistas Balnearios, Mundo Limeño y Variedades, en las que publicaba sus poemas, cuentos y artículos.

Planeó también editar un libro de Cuentos criollos bajo el título de La aldea encantada, pero no llegó a concretarlo. Dos de dichos cuentos criollos aparecieron publicados en La Opinión Nacional: El vuelo de los cóndores y Los ojos de Judas (en julio y octubre de 1914, respectivamente).

En 1915 empezó a trabajar como secretario del Presidente del Consejo de Ministros del gobierno de José Pardo y Barreda. Se dedicó de lleno al periodismo y la literatura. Se erigió como un influyente líder de opinión y un portavoz de la modernidad intelectual.

Sin embargo, su labor como periodista estuvo ligada al diario La Prensa, donde tuvo a cargo la sección "Palabras" desde julio de 1915 hasta su alejamiento del diario en 1918. También publicó en La Prensa sus "Crónicas frágiles", donde hizo conocido su seudónimo de El Conde de Lemos; y los "Diálogos máximos", a manera de conversaciones entre dos personajes, Manlio y Aristipo, a través de los cuales descubrimos las personalidades de Valdelomar y del escritor José Carlos Mariátegui.

Valdelomar, quien a su regreso de Europa se había convertido en el líder de un grupo de jóvenes escritores, decidió fundar su propia revista literaria, donde pudiera exponer los trabajos que estuvieran acordes con los gustos literarios de la nueva generación que representaba. Así, el 15 de enero de 1916 apareció el primer número de Colónida, revista dirigida por Valdelomar que a pesar de su corta duración -sólo publicó cuatro números, el último de mayo de 1916- tuvo una gran repercusión en el ambiente cultural peruano, al punto que comenzó a hablarse de un "movimiento Colónida".

En 1917 ganó el concurso organizado por el Círculo de Periodistas del Perú con su artículo "Ensayo sobre la sicología del gallinazo". También empezó a publicar en la revista Mundo Limeño la serie de artículos Decoraciones de ánfora. Obtuvo el premio del concurso de Círculo de Periodistas con su ensayo La psicología de gallinazo.

En enero de 1918 renunció a su puesto de redactor en La Prensa y comenzó una breve colaboración con la revista Sud América. Es entonces cuando el escritor decide recorrer el territorio peruano como conferenciante, para lo cual emprendió un viaje al norte del país visitando las ciudades de Trujillo, Cajamarca, Chiclayo y Piura, así como diversos pueblos en los cuales dio charlas sobre temas estéticos, patrióticos y sociales.

De regreso a su tierra natal fue aclamado unánimemente por la población iqueña. Por ello, el 24 de septiembre de 1919, resultó electo diputado por Ica ante el Congreso Regional del Centro. En una reunión de dicho Congreso realizada en la ciudad de Ayacucho, en los altos de una casona, cuando Abraham se disponía de noche a bajar por una empinada escalera de piedra, resbaló (o perdió el equilibrio), cayendo desde una altura de seis metros hasta dar de espalda sobre un montículo de piedras.
Como consecuencia de ello sufrió una fractura de la espina dorsal, cerca de las vértebras lumbares, la cual, luego de dos días de penosa agonía, le causaron la muerte el 3 de noviembre de 1919, a las dos y media de la tarde. Apenas contaba con 31 años de edad.

Su ataúd conteniendo su cadáver fue trasladado desde Ayacucho hasta Huancayo sobre los hombros de 16 cargadores indígenas ayacuchanos. De Huancayo los restos del escritor fueron llevados en tren hasta Lima, donde fueron inhumados en el Cementerio Presbítero Matías Maestro, no en un nicho, sino en la tierra misma, tal como había sido su deseo.